jueves, 25 de junio de 2015

The African Intelligencer


Jehudi Ashmun buscaba una causa en la que volcar su ardiente espíritu. De ascendencia judía, era hijo de Samuel y Partenia Ashmun, colonos que recibieron tierras en el estado de Nueva York. Samuel era uno de los seis hombres que fueron recompensados con tierras por el Estado de Nueva York en 1788, por sus servicios durante la Revolución Americana. Estos colonos se convirtieron en los fundadores de lo que hoy es la ciudad de Champlain. Jehudi, el tercero de diez hermanos, luego de incursionar en el estudio de las leyes, la teología y hasta la medicina, finalmente decidió que debía dedicar su vida a la educación y las misiones.



El Intelligencer africana, vol. 1, no. 1,
julio de 1820, página
Título de la revista 
División de Colecciones Especiales ,
Biblioteca del Congreso (2)
En 1822 la Sociedad estableció una zona en la costa occidental de África como el lugar apropiado para enviar a los esclavos liberados. Jehudi, completamente comprometido con la causa de los esclavos, fue a África ese mismo año, donde se convirtió en uno de los primeros líderes de la colonia en la que se establecían los libertos, hasta poco antes de morir en América de malaria en 1828.
En ese corto período, influenciado por su predecesor el teniente Robert Stockton, quien en 1821 convenció al rey africano Pedro de vender Cabo Mesurado apuntándole con una pistola, Ashmun imaginó el establecimiento de un imperio americano en África. Entre 1825 y 1826, hizo lo necesario para arrendar, anexar, o comprar tierras tribales a lo largo de la costa y los principales ríos que conducen hacia el interior. Sus agresivas acciones aumentaron rápidamente el poder de la colonia sobre sus vecinos. En un tratado de mayo de 1825, el rey Pedro y otros reyes nativos acordaron vender la tierra a cambio de 500 barriles de tabaco, tres de ron, cinco de pólvora, cinco paraguas, diez postes de hierro, y diez pares de zapatos, entre otros artículos.
El principal de los asentamientos se denominó Monrovia, en honor al presidente James Monroe, quien gobernaba Estados Unidos en el momento en que nacía la colonia. Monroe es quien propuso la “Doctrina Monroe”, sintetizada en la frase “América para los americanos”, pero en realidad elaborada por John Adams.
En Estados Unidos, éste fue un tiempo al que se denominó la era de los buenos sentimientos, donde todo el mundo parecía estar en paz y los esfuerzos se centraban en el progreso económico. No duraría demasiado ya que la expansión hacia el oeste norteamericano reabrió el debate entre estados esclavistas y abolicionistas.
En el otro lado del Atlántico, la recién nacida colonia se llamó a sí misma “Liberia” que significa “Tierra de los libres”, en homenaje a su liberación de la esclavitud. Los ahora colonos llevaron consigo las prácticas religiosas, costumbres sociales y valores culturales como raíces adquiridas en el sur estadounidense antes de la guerra civil. Estas ideas influyeron en su actitud hacia los pueblos nativos africanos. La nueva nación, tal y como la percibían, implicaría la coexistencia de colonos y africanos, que deberían ser asimilados a ella. Aparecieron con frecuencia la desconfianza y la hostilidad entre las dos comunidades, la americana, establecida en el litoral y la nativa, en el interior. Más aún, hubo intentos de dominar a los pueblos nativos, a los que consideraban incivilizados e inferiores.
Durante la década de 1830, las condenas violentas a la colonización como una forma de perpetuar la esclavitud aumentaron la hostilidad entre abolicionistas y colonizadores. Según los abolicionistas, The African Intelligencer estaba destinado a fomentar la emigración a través de artículos cuyo objetivo era “dar claridad a la gente de color de los Estados Unidos respecto de sus desventajas políticas y sociales (...) para ofrecer colocarlos en un país en el que puedan disfrutar de los beneficios de un gobierno libre (...) y para difundir la civilización, la moral, y la verdadera religión en toda África”.
Jehudi era blanco, de ascendencia judía, lo que tal vez le permitió ver con mayor claridad la situación de los esclavos, ya que los judíos tienen su propia historia de esclavitud. Pero olvidó que África no es un país y que Monrovia no podía ser su capital…


Referencias:

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