El fiscal señaló que un jurado de nueve personas
blancas y tres afroamericanas tuvo la oportunidad de revisar tres autopsias,
así como centenares de fotografías y evidencia física. Dijo: "Esta
decisión no será aceptada por algunos y causará gran decepción a otros, pero
todas las decisiones del sistema criminal de justicia se basan en evidencias
físicas y científicas". En agosto la muerte del adolescente afroamericano
desarmado Michael Brown a manos de un policía blanco, que no deberá responder
por ello ante la justicia, destapó una vez más una olla llena de tensión
racial.
Esto ocurría en una ciudad con mayoría negra en su
población y mayoría blanca entre las fuerzas del orden, en la que ni para el
sistema de Justicia ni para los mismos ciudadanos existe igualdad de raza; y en
un país que ya eligió dos veces un presidente de raza negra, o a su decir,
“afrodescendiente”, en este caso, incluso ¡hasta con ascendencia demostrable!
Efectivamente, esta resolución desencadenó una
serie de protestas.Pero semanas antes en Nueva York, Eric Garner, un padre
de familia afroamericano, también desarmado, moría a causa de una llave de
estrangulamiento que un policía, de nuevo blanco, le aplicó durante su arresto
policial. El hecho, próximo en el tiempo y distante en el espacio, esta vez con
evidencia irrefutable, encendió aún más las protestas pasivas y desmanes. Para
completar el cuadro, en noviembre, en Cleveland, Tamir Rice, un niño
afroamericano de 12 años, también fue abatido por un policía que creyó que la
pistola de aire comprimido del pequeño era real.
Una efervescencia que no es
novedosa, que genera daños y damnificados -y no necesariamente cambios- se
esparció por toda la nación. La Casa Blanca prometió una revisión de protocolos y
un mejor entrenamiento de la policía. Y la revisión de un sistema judicial que castiga
más a los negros que a los blancos por delitos similares.
Un sistema judicial y una sociedad que se debe una
reestructuración desde que, finalizada la Guerra Civil e iniciado el período de
reconstrucción, emprendió la difícil tarea de acomodarse a sus propias
declaraciones: “… todos los hombres son creados iguales; (…) dotados (…) de
ciertos derechos inalienables; (…) para garantizar estos derechos se instituyen
entre los hombres los gobiernos...".
La Guerra Civil Estadounidense transcurrió entre 1861
y 1865 y en el trasfondo, fue una lucha entre dos tipos de economías totalmente
distintas: la industrial-abolicionista del norte y la agraria-esclavista del
sur.
Al fin de la Guerra, la reconstrucción no fue tan
fácil: desaparecía el esclavismo, pero en su lugar las llamadas Leyes de Jim
Crow se instalaban allí donde la sociedad no estaba preparada para aceptar la
igualdad. Corría 1832 y un actor blanco interpretaba a un negro que cantaba y
bailaba, la rutina se llamaba “Jump Jim Crow”. Seis años después se usaba el
nombre para referirse a los afroamericanos. Y ésa fue la identificación para
las leyes segregacionistas –iguales, pero separados-, que sobrevivieron en
algunos lugares hasta 1965.
Desde el momento en que el africano, no importa su
origen, se incorpora a la sociedad norteamericana hay una pérdida de sus
raíces, y la ganancia de un rótulo: nigger.
Esta palabra, derivada del latín niger, recorrió un largo camino hasta
convertirse en un insulto. Pero no importa cómo, a comienzos de 1800, se estableció
como despectiva y en el siglo XXI sigue siendo un término sobresaliente del
racismo blanco. El intraducible “nigger”
es el mayor insulto estadounidense: se utiliza para ofender aún a otros grupos
étnicos. Los judíos son llamados white-niggers
(blanco-niggers); los árabes, sand-niggers (arena-niggers); los japoneses, yellow-niggers
(amarillo-niggers). El término “nigger” incorpora una falsa impresión
que humilla a los negros, y racionaliza su abuso. La relación histórica entre
estadounidenses de origen europeo y los afroamericanos, originó una jerarquía
racial, con los blancos en la parte superior y los negros en la parte inferior.
Los afroamericanos en general no diferencian su
origen más allá de la extensa y –para nosotros- desconocida África, y son
además, negros, para muchos, niggers.Para los diccionarios la palabra nigger hoy no es sinónimo de afroamericano,
sino un término despectivo.
Aunque el pensamiento de la sociedad norteamericana
no sea el único es, probablemente, el más influyente y de mayor presencia en
los medios de comunicación masiva. Por eso importa lo que ocurre en los Estados
Unidos de Norteamérica.
Y nos escandaliza, pero en el fondo aun no hemos
entendido bien por qué, la reciente matanza de nueve personas en un templo que
alberga el comienzo de la historia de la lucha por la esclavitud, en
Charleston.
Lo que es África para nosotros, es la
perspectiva que tenemos de ella. Algo muy distinto de la realidad. Es como la
Alegoría de la Caverna de Platón, en la que los hombres toman por ciertas todas
y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada de lo que
acontece a sus espaldas.
En las sombras sobre la pared de
nuestra oscura caverna África es difusa, sin capital.
Referencias:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:JimCrowCar2.jpg#/media/File:JimCrowCar2.jpg
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