Diciembre de 2013. El
niño tenía 2 años y vivía en Meliandoua, una aldea
del África Occidental cercana a la ciudad de Guéckédou en la
triple frontera de Liberia, Guinea, y Sierra Leona. Su principal alimento eran
las frutas y los grandes simios estaban muy lejos de su alcance. Aquí no
prevalecía la selva del Zaire. Multitud de sendas unían pueblos ignorando las
fronteras entre los países y los lazos familiares eran extensos.
Una semana después de la
inexplicable muerte del niño, murió su madre, luego su hermana de 3 años y,
finalmente, su abuela. Todos tuvieron fiebre, vómitos y diarrea, pero ninguno
supo de qué estaba enfermo. Dos de los asistentes al funeral de la abuela se
llevaron el virus a su aldea. Y un empleado sanitario lo llevó a otra aldea
más, donde murió, al igual que el médico que lo atendió. Ambos contagiaron a
sus familiares de otras localidades.
El principal aliado de la enfermedad fue el
desconocimiento que de ella tenían pobladores y personal de salud. Nadie pensó en
Ezanga… El último brote de Ébola registrado
ocurrió en Uganda en 2012, a 4.823 km de distancia lineales y a 6.882 km por
carreteras.
África Occidental era ajena al virus del Ébola
hasta entonces. Los trabajadores de la salud no reconocieron la enfermedad y no
tenían ni la capacitación ni el equipo para evitar contagiarse ellos mismos y a
otros pacientes. Todo un caldo de cultivo epidémico. Ayudó la presencia de
Médicos sin Fronteras en la región para que en marzo de 2014 se diera el alerta
del diagnóstico de la enfermedad. Pero entonces, un gran interrogante se abría:
¿cómo había llegado hasta esa región el Ébola?
A diferencia de la mayoría de los brotes
anteriores, que ocurrieron en lugares remotos y localizados, este se inició en
una región fronteriza donde la gente transita todo el tiempo, por donde pululan
en mototaxis y minivans atiborradas de pasajeros. En este caso, la enfermedad
ya se había activado mucho antes de que los funcionarios de salud lo notaran.
Así
que, solapadamente, el Ébola se subió al “desarrollo” de la región: caminos
mejorados, un desarrollo con “algunas deficiencias”: hospitales sin agua
corriente, ni guantes.
Los científicos sospechaban desde hace varios años que los
murciélagos son portadores del Ébola,
pero la transmisión directa a los seres humanos es rara, a pesar de que estas comunidades cacen estos
animales para alimentarse. Muchas de las epidemias anteriores
habían sido relacionadas con el comercio
de carne de animales salvajes.
Aunque gorilas, chimpancés, antílopes e incluso cerdos, -que posiblemente comen las mismas frutas que los murciélagos- han
sido identificados como posibles
responsables de la transmisión, los murciélagos parecían los principales
sospechosos.
Por
eso, un grupo de investigadores pasaron tres
semanas conviviendo con la población y capturando murciélagos y otros animales
en Meliandoua.
Llegaron a la conclusión de que la enfermedad se extendió gracias
a las colonias migratorias de los murciélagos de la fruta.
A pesar de que el Ébola no mata a los murciélagos,
sí ha devastado las poblaciones de gorilas y chimpancés de la región. Otros
investigadores recogieron 679 murciélagos, 222 aves y 129 ratones y otros
pequeños mamíferos a lo largo de varios años en busca de presencia del virus.
Algunos individuos de tres tipos diferentes de murciélagos de la fruta mostraron
tener una respuesta inmune positiva a la enfermedad. Las tres especies están
muy extendidas en África. Todos comen frutas y no está claro cómo o incluso si
la enfermedad pasó de los murciélagos a humanos o si había un huésped
intermediario, como simios. Los investigadores aún no saben si la transmisión
murciélago a murciélago, murciélago a humano o murciélago a otro animal y luego
a humano es responsable del inicio del brote actual. Pero el gobierno hasta
prohibió la sopa de murciélagos para hacer frente a esta enfermedad sin
precedentes.
Lo que sí es indudable es que la transmisión de
humano a humano es la principal causa de la continua aparición de brotes en este
momento. Un análisis genético del virus mostró que, al menos desde mayo de 2014,
no ha habido ninguna evidencia de cualquier cruce de murciélagos o cualquier
otro animal a los seres humanos. De hecho, la genética de la enfermedad es casi
la misma desde Liberia a Guinea, lo que sugiere un único salto de un animal a
un ser humano que ocurrió en Guinea oriental. Las personas que tienen la
enfermedad sufren de fiebre alta, diarrea, vómitos, dolor y algunas veces
sangrado. Esto es, la vía de transmisión es de persona a persona a través de estos
fluidos corporales. De hecho, el brote en Sierra Leona se deriva de un solo
funeral celebrado en Guinea a finales de abril de 2014. Cinco de los co-autores
de un artículo en Science murieron de
Ébola en el curso de la investigación. El camino del Ébola ahora es de persona
a persona.
África tiene
intrincados caminos, a veces inexpugnables a los ojos humanos. Pero a veces,
alguien se toma un avión hacia América.
Referencias
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