Entre los siglos VII y XVI se produjo en África un
gran desarrollo económico, político y cultural, con la consolidación de grandes
reinos: Zimbabwe, Mutapa, Congo, Ghana, Mali y Songhay, algunos de estos influenciados
por el Islam a través del comercio.
En ese período los tuareg fundaron Tombuctú cerca
del río Níger como un enclave comercial. Se
convirtió en un legendario punto de entrada al desierto del Sahara en la ruta transahariana; aquí se reunían
los camelleros, quienes comerciaban con la sal que traían del Mediterráneo y la intercambiaban por oro, fruta y pescado de las tribus negras. De allí el antiguo
proverbio:
“El oro viene del sur, la sal del norte y el dinero
del país del hombre blanco; pero los cuentos maravillosos y la palabra de Dios sólo
se encuentran en Tombuctú”.
Tombuctú fue, durante mucho tiempo, y para mayor sustento
de las fantasías que sobre ella se tejían, una ciudad exclusivamente musulmana.
En 1942 se descubre América y su conquista y colonización repercuten en África. La explotación de sus riquezas
naturales y las perspectivas de desarrollo que América ofrecía a sus conquistadores, hicieron
necesaria mano de obra extra para la explotación económica de vastas
zonas cuya población originaria fue diezmada.
Hasta el siglo XV el comercio internacional,
restringido al Mar Mediterráneo y al Océano Indico, se encontraba en manos de
mercaderes árabes. Mientras España se concentraba en la conquista y
colonización de América, Portugal tomó una posición de avanzada, abriendo una
vía marítima fin de importar directamente las especias y otros productos
suntuarios desde el Oriente, compitiendo con los intermediarios árabes, buscando
un camino a lo largo de la costa africana y consiguiendo el control
del comercio marítimo alrededor del continente.
Alrededor del año 1550, el comercio se amplió con
el tráfico de esclavos del continente africano hacia América. Millones de
africanos fueron arrancados violentamente de sus aldeas con destino a América, y
obligados a trabajar en plantaciones de azúcar, tabaco, algodón,
cacao y en las minas de oro y plata, productos aprovechados posteriormente como materia prima para las nacientes
industrias europeas. Se estaba
conformando el llamado comercio triangular: África-América-Europa.
El tráfico de esclavos provocó estragos en África. Disminuyó
el crecimiento vegetativo de la población
africana, ya que los hombres y mujeres en edad de procreación eran cazados y vendidos.
Varias regiones africanas quedaron casi totalmente despobladas. Las cifras que
dan cuenta de esta destrucción de los pueblos africanos son del orden de las
decenas de millones.
Como el comercio de esclavos era el más lucrativo se
produjo una reacción en cadena. Los jefes y los comerciantes africanos querían
aumentar su riqueza, autoridad y poder, y defender su independencia.
Los pueblos del litoral y del interior más próximo
se encontraban en guerra continua. Los reinos de Benín, Congo y Angola en
África Occidental, y el Imperio Mutapa en África Oriental, se desmoronaron.
En las selvas del Golfo de Guinea y en el valle del
río Zambeze se desarrollaron estados militares con base en el comercio de
esclavos. Tenían una rígida organización militar, con grandes ejércitos permanentes
y se enriquecieron vendiendo como esclavos a los pueblos vecinos.
Además de la captura de hombres y mujeres, el
tráfico promovió el saqueo sistemático de los bienes producidos: los
traficantes saqueaban el producto de las cosechas, ganado, marfil, pieles,
cera, maderas preciosas.
Las actividades económicas como la agricultura, minería, artesanía, los tejidos, la
fundición y la forja de metales, la alfarería y el comercio local fueron
abandonados y se orientaron a una actividad económicamente más productiva: la
esclavitud.
En conclusión, el tráfico de esclavos trajo al
continente africano un retroceso económico y una destrucción del tejido social.
Otros países europeos entraron en el tráfico de
esclavos: junto a Portugal y España compitieron Inglaterra, Francia y Holanda. Sin embargo, el dominio
europeo se restringía a las costas de este inmenso continente desconocido en su
interior.
Es entonces que se crea en Londres en 1788 la African Association, destinada a promover la exploración del interior del continente negro para incrementar el comercio y la
autoridad política de Gran Bretaña. La
primera misión que se encomendó a sus exploradores fue encontrar a la
fantástica Tombuctú.
Se
iniciaba una expansión que culminaría en el último cuarto del siglo XVIII. África,
que en 1870 estaba apenas colonizada a excepción de las zonas costeras, se
distribuiría entre los principales Estados europeos. Antes de fin de siglo no
quedó nada que repartir.
Tombuctú
siguió siendo esquiva durante un tiempo, aunque finalmente conquistada. Hoy sus
mezquitas y edificios pelean por sobrevivir al accionar del grupo
terrorista islámico Ansar Dine que los
consideran impíos y a los efectos del harmattan,
el feroz viento seco que arrastra las arenas del Sahara sobre la ciudad.
Referencias
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