miércoles, 21 de octubre de 2015

Una grieta en la Tierra II


26 de setiembre de 2005. Dereje Ayalew, de la Universidad de Addis Abeba y sus colegas saltaron del helicóptero en algún lugar del triángulo de Afar cuando el suelo comenzó a temblar bajo sus pies. El piloto los llamó a gritos para que volvieran al helicóptero, un segundo antes de que las grietas comenzaran a correr hacia ellos abriendo la tierra como una cremallera. Unos instantes después la tierra dejó de moverse. Hizo falta más tiempo para que empezaran a entender qué estaba sucediendo ante sus ojos: por primera vez en la historia, los seres humanos presenciaban las primeras etapas en el nacimiento de un océano.



El terremoto en enjambre estaba formado por más de 130 eventos, con una intensidad de 4,2 en la escala de Richter, mientras la tierra se hinchaba y surgía un volcán: las cenizas de la erupción oscurecieron la zona que rodea el volcán por casi 3 días. La erupción formó una fisura de 60 kilómetros de largo y 30 m de ancho orientada hacia el Mar Rojo y un cono de piedra pómez: el volcán Dabbahu.
Ahora, en el triángulo de Afar, el proceso que abrió el Gran Valle del Rift está acelerándose y en la zona debilitada que se abre en medio de la placa tectónica, el magma emerge y, además de formar el suelo basáltico del futuro océano, origina explosiones volcánicas, erupciones y ríos de lava en las zonas de ruptura de la superficie que permitirán en un futuro para nosotros lejano -un millón de años-, el avance del océano sobre el rift, separando al cuerno de África del continente.
Al noreste, el 25 de setiembre entró en erupción la ya existente “montaña que humea” o Erta Ale, un volcán que se activa una o dos veces al año pero que tiene permanentemente un lago de lava en la cumbre, cuya fosa sur se denomina, acertadamente, "la puerta de entrada al infierno". Los memoriosos podrán recordarla como tal en la película Furia de Titanes, en la secuencia en que Perseo ingresa al inframundo.
En el sur se abrió una tercera falla para completar el triángulo afectado por esta transformación geológica. Algunas de las zonas de fractura tienen hasta 100 metros de profundidad. En total, son casi 300 kilómetros de anchura del triángulo de Afar los que se están hundiendo a un ritmo de 16 mm/año.
Allí mismo, en el desierto de Danakil se alcanzan los 60ºC y es el más afectado por el proceso. Está a 160 metros por debajo del nivel del mar, y será el futuro océano cuando las aguas del mar Rojo logren invadir la zona.


El desierto de Danakil

Con todo esto, el paisaje es surrealista. El agua de las lluvias de las zonas altas etíopes se filtra a través de numerosas fisuras y, al entrar en contacto con el subsuelo magmático, hierve y vuelve al exterior convertida en fumarolas de ácidos de colores.
Todos estos sucesos ocurren en un área previamente inhóspita, pero habitada por un pueblo que se aferra a su áspera riqueza de sal. En ese territorio, con uno de los climas más infernales sobre la tierra, vive el pueblo Afar. Ellos han permanecido allí, al menos, durante los últimos 2800 años. A lo largo de los siglos fueron mezclándose con gentes que llegaron a la región, conformando una nación con características bien diferenciadas y organizada en clanes. Su territorio resultó dividido por fronteras políticas entre Etiopía, Eritrea y Yibuti, pero ellos se resisten tenazmente a ser otros que ellos mismos.
Para el que se arriesga a ingresar a este territorio, es claro que lo que no han aniquilado las sequías, las fumarolas, o las grietas que se abren repentinas bajo los pies, resulta acechado por las guerrillas de liberación de tres países. El corazón de tal resistencia es la sal, comerciada en largas caravanas de camellos, mulas y asnos desde los lagos salados del desierto de Danakil hasta los mercados de Etiopía y Sudán. En un monopolio estricto, los Afar viven de los impuestos que cobran escrupulosamente a los comerciantes en minas y caravanas. Y sobreviven impertérritos, en medio de la cegadora blancura o los escarpados riscos.
En ese contexto, poco importan los estudios epidemiológicos sobre camellos de Arabia Saudita, Sudán y Etiopía que sugieren que habría posibles enfermos de MERS-CoV –el temido Síndrome Respiratorio por Coronavirus de Oriente Medio- en África que podrían haber pasado inadvertidos desde hace mucho tiempo, más allá  de los 1474 casos notificados a nivel mundial a partir de 2012 y confirmados mediante pruebas de laboratorio, de los cuales al menos 515 murieron.
En el triángulo de Afar, su gente aprende de todo, pero especialmente sobre lo que ha cambiado en una tierra mutante; los que prestan la máxima atención –dicen- pueden lograr sobrevivir, “Inshallah”, si Dios quiere…
Y no llama la atención que esto suceda en el hogar de la que tal vez fuera un antecesor de la especie Homo... o al menos así lo pensaron sus descubridores, que bautizaron al homínido hembra identificado como Australopithecus Afarensisporque fue encontrado en la región de Afar- como Lucy, la de en el cielo con diamantes. Era 1974 y en el aire flotaba la canción de Los Beatles:https://www.youtube.com/watch?v=vf1ut05XG1k
Referencias


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