lunes, 19 de octubre de 2015

Una grieta en la Tierra I


El Gran Valle del Rift es una enorme grieta en la faz de la Tierra que puede verse desde el espacio, tan lejos como desde la Luna. Rasgándola desde el valle del río Jordán en Israel, abre la superficie terrestre hacia el sur hasta llegar a Mozambique, recorriendo unos 6.400 kilómetros.



A diferencia de la mayoría de los valles, el Gran Valle del Rift no ha sido producto de la erosión del agua y el viento, sino del hundimiento a gran escala de la roca, mientras la tierra adyacente permanecía estacionaria. Los rifts son áreas donde la presencia de grietas indica que la corteza está sufriendo divergencias y distensiones. Estas zonas son producto de la separación de las placas tectónica y su presencia produce sismos y actividad volcánica recurrente.

La fuente del magma de África parece ser una corriente gigantesca de roca fundida que levanta la corteza a través de la placa continental africana como un soplete. Es un proceso que comenzó hace 30 millones de años cuando la lava se abrió paso a través del continente por primera vez, separando la Península Arábiga de África y creando el Mar Rojo.

Lo incomprensible de las fuerzas subterráneas que hace miles de años originaron esta fosa tectónica, o valle del rift, no impide que quien lo contemple quede fascinado por sus diversos y extremos paisajes. La sección africana del Gran Valle del Rift, que empieza en Etiopía, abarca uno de los lugares más inhóspitos de la superficie terrestre: la depresión de Danakil o triángulo de Afar. Es una enorme salina, un desierto de 150.000 kilómetros cuadrados a orillas del Mar Rojo. Aquí la superficie del suelo se encuentra a 120 metros por debajo del nivel del mar, y las temperaturas pueden alcanzar los 54 °C. Luego, el rift sube hacia las tierras altas de Etiopía, a 1.800 metros sobre el nivel del mar, con picos que se elevan hasta 4.300 metros.
Densas pluviselvas cubren las laderas de esta fértil región montañosa de la que surge el Nilo Azul, que luego de cruzar el lago Alberto, también dentro del rift, seguirá hacia al norte atravesando el desierto y enriqueciendo sus márgenes con el limo que arrastra a lo largo de su recorrido hasta llegar al Mediterráneo.

Por toda la extensión del Gran Valle del Rift hay picos volcánicos de diversos tamaños y formas, así como rifts secundarios que salen de él.

En la rama occidental la actividad volcánica dio origen a la cordillera del Ruwenzori y los montes Virunga, en las fronteras entre Ruanda, Zaire y Uganda. Más al sur el lago Tanganika, el segundo más grande del mundo, entre montañas ocupa el rift a lo largo de 677 km, con una profundidad de 1433 m.

En la rama oriental hay antiguos picos volcánicos como el Kilimanjaro y el monte Kenia, de tal altitud que, a pesar del intenso sol ecuatorial, se mantienen coronados de nieve.

Por todo el valle del Rift también hay fuentes termales de las que emanan vapor y agua sobrecalentada, testimonio de la agitación que aún existe en las profundidades del subsuelo.

Más al sur, en Tanzania, el valle se convierte en una inmensa pradera – amplio espacio abierto, en la lengua masai: siringet- conocida como el Serengeti, de cuyos abundantes pastos alimentan increíbles manadas de animales salvajes.

El Gran Valle del Rift es responsable también de que en el este del continente el clima sea más seco que en el oeste. Por eso, en esta parte de África apareció primero la sabana. Con una consecuencia en la línea de la evolución de los simios hacia la especie humana: los primates locales, que hasta entonces vivían en las ramas de los árboles, debieron bajarse de ellos y caminar erguidos, dando lugar a los primeros homínidos, los antepasados de la especie humana. La gran grieta también ha dejado al descubierto cientos de metros de estratos geológicos, por lo que los fósiles y la historia geológica en general de esta parte de África son los más estudiados de todo el mundo.

Al este del Serengueti, en el norte de Tanzania, la garganta de Olduvai es uno de los más importantes yacimientos paleontológicos y arqueológicos prehistóricos. Los barrancos de este cañón son conocidos como la cuna de la humanidad. Los movimientos tectónicos y la erosión han dejado al descubierto sedimentos de una antigüedad comprendida entre algo más de 2 millones de años hasta hace unos 15.000. El trabajo de excavación ha permitido explorar yacimientos fósiles con rastros de los primeros homínidos que habitaron nuestro planeta.

Entre los 2000 y 4000 metros de altura; en un terreno agreste, corren desde que van a la escuela o para atrapar el ganado que deben cuidar; con obstáculos naturales que permitirán un entrenamiento más duro que moldeará su cuerpo y su organismo de modo que los hace más eficientes para el triunfo en las competencias de carreras a larga distancia que los convirtieron en campeones. Ahí crecen, se fortalecen y entrenan los mejores corredores del mundo: keniatas y etíopes.

Desde sus orígenes de homínidos erguidos a una versión mejorada de corredores de larga distancia, en el Gran Valle del Rift
Referencias

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